La rutina diaria del viejo, era levantarse de la cama como a mediodía, tomarse inmediatamente unas tres tazas de café negro solo, y esperar a que la cafeína hiciera efecto. Por lo general estaba solo, o tocaba el día a la chica “asistenta”, como dicen en España. Seguramente un desayuno lo esperaba servido y convenientemente envuelto o tapado.
Mientras la cafeína hacía efecto, esperaba enterándose de las noticias en Internet. Ese es un acto de masoquismo diario inexplicable. Desafortunadamente el café disipa rápidamente las nieblas del sueño y de los psicotrópicos, y se toma rápidamente conciencia del desastre, se adivina su magnitud. Pero, por auto-entrenamiento, el viejo inmediatamente desechaba esa realidad.
En eso estaba, concentrado en la pantalla, cuando sintió un tamborileo como de uñas de mujer en la ventana que da a la terraza. El episodio del Arcángel ya parecía un sueño, así que al voltear acudiendo al llamado del tamborileo, comprendió que el sueño continuaba.
Vio a una espectacular señora, extraordinariamente bella, su piel tersa y joven emanaba salud a borbotares. Iba vestida con una fina túnica de apariencia helénica total. Era una especie de túnica sujeta por los hombros, e iba amarrada a la cintura por más tela de la misma, a manera de cinturón. Una sola tela y un solo color: marfil El viejo le indicó que iba hasta la puerta para abrirle.
Al entrar ella hizo una genuflexión doblando una rodilla.
-¡Salve Profeta! Soy Ártemis enviada por Gabriel-
-Por supuesto. ¿Ártemis? ¿La Artemisa de Éfeso, por ejemplo.-
-Hija de Zeus y hermana de Apolo-
-¿Y no tenías mas pechos que manaban leche?-
-Muchos más, por todo el torso, a la gente le encantaba.-
-Que pasó?-
-¿Como que que pasó? Fue una manipulación genética, cosas de mercadeo, luego se revirtió.-
-Menos mal. Estos dos están muy buenos.-
-¡Soy virgen!-
-Y yo Profeta. Por favor, mi diosa, siéntese, póngase cómoda.-
-Prefiero permanecer de pié, gracias-.
-El mismo carácter del padre y del hermano.-
Artemisa, también conocida como Ártemis y como Diana, con un rápido movimiento sacó un pequeño aparato de los pliegues del vestido, cabía en la palma de su mano, con el mismo movimiento lo aplicó a la piel desnuda del brazo del viejo.
-Es una primera aplicación de un paquete de genes básico, también van unos nano-robots-orgánicos que recorrerán tus células encontrando y corrigiendo defectos.- Dijo la cazadora, con un tono despectivo.
El viejo se miró el brazo, tenía una leve mancha rosada, que desapareció rápidamente. -¿Y como están tu padre y tu hermano?-
-Perfectamente, como dioses.- La diosa levantó la barbilla con orgullo. -Es el comienzo del proceso de detención del envejecimiento, y por cierto , la iniciación del rejuvenecimiento, que buena falta le hace a mi Profeta reverenciado.
-Cuantos miles de años tienes, Artemisa hija de Zeus?-
La señora no era una figura como las modelos de pasarela, pero no se la podía llamar gorda, su cuerpo era muy deseable, ¡y virgen! Era la personificación de la salud, de la fertilidad, de la lactancia, de la tierra virgen a punto de ser labrada. A eso olía. Artemisa, que llenó de mármoles todo el mediterráneo antes de la hecatombe del dios único.
-Se habla mucho de tu templo en Éfeso, dijo el viejo, conciliador.-
-El mejor, mejor que el de Atenea en Atenas. ¡Yo tenía muchos pechos en esa época!-. Ambos rieron.
Ella levantó los brazos arriba y dijo solemne: -¡Pido la ayuda de todos los dioses del Olimpo para que me ayuden a realizar mi tarea!- Un trueno retumbó muy cercano.
-¿Cual es tu tarea ahora, mi diosa.- Preguntó el viejo asustado.
-Limpiar tu mente de basura.-
“Entiendo que pidas ayuda”, reflexionó el viejo.
Artemisa continuó:
-Durante la vida-explicó-se van acumulando recuerdos muy molestos. Son cosas completamente sin importancia: remordimientos tontos y quizás falsos, recuerdos en flash recurrentes que causan culpa probablemente falsos, aquella vez que crees haber dicho una cosa “impropia” y haber quedado mal, cosas que crees has debido hacer y no hiciste, recuerdos de hechos de la infancia cuando el cerebro no estaba listo para recibirlos, recuerdos de la adolescencia, la época más terrible; en fin basura, que ocupa espacio e interrumpe el correcto discurrir necesario. Limpiar eso es absolutamente necesario para que recibas correctamente la teleportación de la consciencia de vida del Arcángel. Mira que son treinta y tres mil años de experiencia excepcional.-
-¿Vas a limpiar todo eso?-
-Si, eso haré, relájate.-
-Me relajaré, a pesar de estar en presencia de la divina Artemisa y de que no entiendo nada y de no saber que es ese fulano abismo de donde todos vienen y de que viene el Apocalipsis, me relajaré, puedo hacerlo.-
-Por eso eres el escogido, Profeta.-
Sin más, la diosa puso las palmas de las manos, con los dedos juntos, sobre la frente del viejo, en donde termina la frente y comienza la calva. -Si quieres cierra los ojos.-
Claro que se le cerraron los ojos, a medida que pasaban los segundos lo invadía una paz infinita, cada vez más infinita. Libre de recuerdos recurrentes estúpidos, ya era un ángel.
-Creo que interrumpí tu desayuno-dijo la diosa-¿Que es eso que vas a comer?-
-Corn Flakes con cambur-
-¿Con leche?-
-Pues si-
Artemisa apartó con asco el cartón de leche de vaca descremada. -Con esta leche no-
Con gracia se sacó el pecho derecho, el seno era lozano y extrañamente sensual, comenzó a salir un chorrito de leche divina que llenó medio plato. Luego sacó el izquierdo, ligeramente distinto, pero igual de sensual, llenó la segunda mitad.
-Ahora si, Profeta, leche digna de ti.-
-Buena leche.-Dijo el viejo, soltando una carcajada.
-¡A! Se me olvidaba, tu esposa también deberá tratarse.-
-¡A caramba! Creo que tiene mucha basura, sabes-
-No te preocupes, ya investigamos su caso.-
-Joder-
Y la diosa desapareció.
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