Creo que fue en el 2004, no llevo bien la cuenta del tiempo porque ya no me interesa, pero creo que fue en noviembre del 2004. Give or take a few years or months. Mi estado mental en ese momento era lamentable, no estaba diagnosticado pero yo ya sabía que me pasaba. El enfermo es siempre el que sabe lo que tiene. Por supuesto me sentía muy mal y se reflejaba en mi estado emocional.
El 2003 habíamos vivido en Madrid todo ese año, llevados por las razones equivocadas, pero no nos arrepentimos: como siempre uno no se arrepiente de lo que hace sino de lo que deja de hacer. Así como uno no se arrepiente de lo que compra sino de lo que deja de comprar.
Estaba en Margarita que ya se asomaba como el sitio de recalar definitivamente. En esos tiempos viajábamos dos veces al año a España y hacíamos todo lo que se nos venía en gana. Como dije, uno no se arrepiente de lo que hace, aunque lo haga por las razones equivocadas.
En la última estadía en Madrid fuimos a una exposición itinerante en el museo de la baronesa Thyessen Bornemisza a ver una exposición de pintura expresionista. Esta experiencia hizo que explotara en mi cabeza una cantidad de asociaciones: con la situación política del país del cual intentábamos huir, con la enfermedad que yo intuía en mí, con la frustración general del momento. Con una gran depresión que amenazaba mi ánimo y a la cual tenía que combatir.
Esta visita al museo y esos pintores inspiraron este cuento que les voy a regalar hoy. Cuando lo escribí sentí gran alivio, había logrado expresarme, por fin había logrado expresarme; o por lo menos eso creía y sentía. Nunca he podido ponerle un título que me llene, así que si se les ocurre uno bienvenido.
Son como 20 páginas, aspira ha ser un cuento corto. Ojalá lo disfruten.
Lo encontrarán aquí:
CUENTO
El 2003 habíamos vivido en Madrid todo ese año, llevados por las razones equivocadas, pero no nos arrepentimos: como siempre uno no se arrepiente de lo que hace sino de lo que deja de hacer. Así como uno no se arrepiente de lo que compra sino de lo que deja de comprar.
Estaba en Margarita que ya se asomaba como el sitio de recalar definitivamente. En esos tiempos viajábamos dos veces al año a España y hacíamos todo lo que se nos venía en gana. Como dije, uno no se arrepiente de lo que hace, aunque lo haga por las razones equivocadas.
En la última estadía en Madrid fuimos a una exposición itinerante en el museo de la baronesa Thyessen Bornemisza a ver una exposición de pintura expresionista. Esta experiencia hizo que explotara en mi cabeza una cantidad de asociaciones: con la situación política del país del cual intentábamos huir, con la enfermedad que yo intuía en mí, con la frustración general del momento. Con una gran depresión que amenazaba mi ánimo y a la cual tenía que combatir.
Esta visita al museo y esos pintores inspiraron este cuento que les voy a regalar hoy. Cuando lo escribí sentí gran alivio, había logrado expresarme, por fin había logrado expresarme; o por lo menos eso creía y sentía. Nunca he podido ponerle un título que me llene, así que si se les ocurre uno bienvenido.
Son como 20 páginas, aspira ha ser un cuento corto. Ojalá lo disfruten.
Lo encontrarán aquí:
CUENTO