Último texto escrito por mi padre, Alberto Rodríguez Picón, el 3 de julio de 2013. No sabemos si era su intención que fuera publicado como entrada de este blog, pero lo suponemos.
De pronto un día las cosas
pasan, como un ángel, sin uno darse cuenta. También un computador que no quiere
funcionar como de costumbre y no permite la comunicación con el resto de la humanidad,
fluida, como de ser.
El origen de esas
interrupciones diabólicas es quimioterapéutico e inevitable, bajo pena de
muerte. ¿Qué tal?
Si cuando las cosas pasan, las
lleva un ángel, en caso contrario no podrían moverse y avanzar. Todas las cosas
pasarían hacia atrás y estaríamos siempre en estado de confusión. La presencia
de un ángel garantiza la aclaratoria de lo que ha pasado.
Esto sucede porque estamos
empeñados en estar rodeados de seres celestiales, queremos ser ángeles,
inevitablemente llegaremos a serlo, así las cosas siguen fluyendo. Somos lo
que fluye.